Debió de comenzar a publicarse el 24 de agosto de 1811, promovido por el autoritario aristócrata y bibliófilo jerezano Miguel María Panés y Pabón, marqués de Villapanés, que desde 1810 venía también editando el bisemanal El censor general, que había sacado en réplica al liberal El conciso (1810 - 1814). De carácter antirreformista y reaccionario, al principio era una especie de boletín informativo, que aparecerá a partir de las siete de la tarde, dando cuenta de la sesión de Cortes de ese día. Comienza cada entrega con el santoral y culto religioso, así como con unas extensas observaciones meteorológicas, quizás para competir en ello con el Diario mercantil de Cádiz (1802 - 1837), para a continuación incluir artículos de crítica y debate político, pero también tendrá carácter informativo. Solís Llorente califica la prosa de este vespertino de “pesada y poco brillante”, y aunque le tilda de ser “el más sensato” del bando servil gaditano, sus textos serán de naturaleza dogmática. Polemizará con los periódicos liberales con un sentido victimista, además de abusar del insulto. De tal forma que la Junta de Censura le acusó de “sedicioso, incendiario, subversivo, injurioso y calumnioso”: Se dedicó pues a criticar las ideas liberales y constitucionales, siendo ferviente defensor de la Inquisición, que identifica con los católicos, llamando herejes a los opositores de esta institución del absolutismo. Empezó a imprimirse por José María Guerrero, pero también salió de las imprentas de Vicente Lema, Nicolás Gómez Requena y, por último de la de Antonio Murguía, variando su formato, en números de cuatro páginas, y a veces de ocho. Inicia su tercera época a primeros de octubre de 1812. Será, junto al también servil Diario patriótico de Cádiz (1813 - 1814), el único periódico que se seguirá publicando en esta ciudad tras el golpe anticonstitucional de Fernando VII. A partir del 28 de junio de 1814 cambia su título - Diario de la tarde y censor general - , que también puede consultarse en esta Hemeroteca Digital.