“De tantas religiones como se profesan en el mundo, solamente la religión del Crucificado es la que tiene perfecta armonía con las luces de la razón y la libertad”. Esta es la profesión de fe de esta publicación religiosa cuyo objeto declarado era defender los intereses de la Iglesia y del clero católico español. Sin embargo, su talante era liberal: “El Evangelio admite todas las formas de Gobierno y a todas somos obligados a respetar”. De aparición bisemanal, martes y sábados, el director de La Armonía era el presbítero Julián Jiménez Cordón, sus redactores y colaboradores eran sacerdotes e iba dirigida a los eclesiásticos de toda España, a los que se invitaba a suscribirse y a participar accionarialmente en la publicación. Subtitulada Revista de intereses religioso - político - sociales y con ocho páginas por número, la publicación estaba dividida en cinco secciones: las dos primeras de tono doctrinal dedicadas a asuntos religiosos en sus relaciones con la política y la sociedad, así como a cuestiones puramente políticas de interés general; en la tercera sección se repasaba lo publicado por otros medios; la cuarta estaba dedicada a los asuntos oficiales, tanto civiles como eclesiásticos; y la quinta informaba del movimiento del personal del clero: defunciones, traslados, etc., además de insertar las colaboraciones de los lectores. Entre los redactores de La Armonía figuraba Santos de la Hoz, que acabaría colgando los hábitos para meterse en política en el partido progresista y luego en el republicano de Ruiz - Zorrilla, siendo elegido diputado por Guadalajara en las elecciones de 1872. Nacida en una época convulsa en la que se buscaba un Rey para España tras el destronamiento de Isabel II y la promulgación de una Constitución democrática, la publicación apareció en su número 19 de 3 de enero de 1871 con un marco negro en su portada para dar cuenta del asesinato del general Prim, el valedor del rey Amadeo de Saboya recién jurado en las Cortes. La revista llegó a abrir una suscripción para levantar un monumento a la memoria de Prim. A lo largo de 1871 y debido a sus dificultades económicas, La Armonía fue recortando su número de páginas para dejarlas en cuatro. Hasta que finalmente el 20 de octubre de ese año apareció sólo para anunciar que suspendía la publicación por la irregularidad con que se recaudaba el importe de las suscripciones, “debido sin duda a la escasez y penuria porque atraviesa el clero”. Tampoco ayudaba a la revista el hecho de que una gran parte del clero era antiliberal y apoyaba posiciones ultracatólicas o carlistas. [Descripción publicada el 14/02/2019]